sábado, diciembre 26, 2009

Elogio de la mendicidad



Leo con estupor que un pobre huérfano del Colegio de San Ildefonso no ha recibido ningún regalo para agradecerle el haber cantado el Gordo de Navidad de 2008.
Uy, pobrecito, qué pena me da.
El estupor no viene de que nadie le haya regalado nada sino de la insolencia y desfachatez de su reclamación.
El pobre se lamenta porque su sueño no se ha hecho realidad. Lo dice, además, con un tonillo de reproche hacia todos los afortunados, como echándoles en cara su tacañería, su falta de generosidad hacia alguien que les ha prestado un enorme favor.
Pero ¿dónde se ha visto tanta insolencia? No sé lo que habrá aprendido en el colegio, pero desde luego, la vida en España le ha enseñado bien a reclamar o reivindicar derechos que pretende propios o adquiridos cuando no lo son de ninguna manera.
Algo así como los que se quejan de no tener cubertura social o una pensión de jubilación tras haber cotizado 10 años. Si supieran lo que cuesta la sanidad y la seguridad social, igual cerrarían la boca. Pues lo mismo para este niñato.

¿Qué ha hecho él para diferenciarse de los otros? NADA.
¿Desde cuando el hecho de leer una bola te da derecho a una parte del premio que ella otorga?
¿Por qué debería él recibir algo y nada los otros?
Y ¿qué pasa con el otro niño que leía el número?
Por esa misma regla de tres, los presentadores del sorteo de Euromillones, la Primitiva o la Quiniela, deberían recibir regalos de los ganadores.

Desde luego, el negocio bien arraigado culturalmente en España es el de mendigo o el que mendiga de manera encubierta. Atención además a no dar menos de lo que considera correcto pues obtendremos de vuelta un gesto de reproche y asco en lugar de un agradecimiento.
Justamente ayer, un "mendigo" me pedía 1 euro. No una moneda o algo para comer. ¡NO! Un euro directamente. No sé si nadie se acuerda o no se quiere acordar, pero 1 euro=166'386 pesetas. ¿Desde cuando hemos dado más de 100 pesetas (60 cent) a un mendigo en la calle?
Pues ahora se creen con el derecho de reclamar al menos 1 euro, cuando no son 2.

Este niñato ha aprendido erróneamente que el hecho de estar por casualidad en un lugar apropiado te convierte automáticamente en beneficiario de las acciones que allí se produzcan incluso si su presencia no cambia de ninguna manera el curso de la acción. Porque si no hubiera sido él, habría sido cualquiera de sus compañeros. Es un puro azar que haya sido él quien cantara el premio y ahora protesta por no haber recibido nada y exige reparación.
Estoy seguro de que en los días que vienen recibirá decenas de detalles de la parte de personas sensibleras que consideran que el chaval ha sufrido una injusticia.

Por mi parte, Brandon, recibe sólo el menosprecio que mereces como crío, descarado, insolente y sinvergüenza